miércoles, abril 04, 2012

Las apariencias.

Cuando quedan un par de meses para terminar la carrera (y en el presente solo resta un número reducido de clases), uno puede reflexionar con mayor distancia sobre los aciertos y desaciertos cometidos a lo largo de la misma. Por lo general, siempre traté de respetar las opiniones ajenas, pero siempre contrastándolas con las surgidas de mi propia experiencia. Es lo que me ha sucedido, por ejemplo, con las opiniones acerca de profesores. 
A ninguno de estos llegué a poner cuernos y rabo. No me gustan las visiones maniqueas pero sí me gusta estar prevenido. En ciertos casos, la valoración de la vox populi acertó e incluso se quedó corta; en otros, ciertas exageraciones o ciertos resentimientos personales la enturbiaron. Son cosas a tener en cuenta el día de mañana, pues al fin y al cabo las posibilidades de que yo mismo me convierta en profesor no son pequeñas. Y, al margen de las amenazas preventivas, algunos leones no resultaron tan fieros como los habían retratado. 
Sirva la parrafada para expresar mi sorpresa cuando en el parcial de Literatura, cuyo profesor ostentaba la leyenda urbana de que nunca ponía una nota de más de siete, yo superé ese listón, sin tampoco llegar al resultado de otras materias. No me enorgullezco, lo cierto es que estudié para aprobar, simplemente, ante toda esa rumorología, y quería asegurarme tanto el aprobado que al final he llegado más lejos. No cabe duda de que ese profesor es de la vieja escuela. Y cree en la cultura del esfuerzo. Yo, que no suelo albergar ideas muy conservadoras, sí considero que un poco más de esfuerzo no vendría mal, eso sí que contribuiría a levantar el país, y no precisamente los recortes en becas... (a ver si no tengo que sufrirlos en mis carnes). 
Así pues, me cundieron las tres semanas, no íntegras, en las que preparé el examen, que por otra parte no fueron monacales sino que me permitieron seguir quedando con mis amigos y con gente a la que quiero, o estoy en proceso de querer, je,je; me he quitado un gran peso para junio. Con cansancio acumulado me despido, espero descansar este fin de semana aunque haya quien tenga la absurda pretensión de que la ciudad estos días deba convertirse en una suerte de sucedáneo del turismo etílico, sin playa... 

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