lunes, noviembre 17, 2014

Pumarín: Año Cero.


Desde luego que, en mi nueva vivienda asturiana, no me puedo quejar de vistas, ni de sol. En la cocina, con su pequeña terraza (posiblemente un rincón proclive para escanciar sidra), veo toda esta maraña de tejados, con la torre de la catedral al fondo. Me siento como el personaje del magistral en La Regenta. De hecho, creo que me voy a llevar unos prismáticos para imitarle. 


En el salón, un gran espacio con escasos muebles todavía, puedo ver el monte, y la calle en la que resido, con su centro para mayores y sus tradicionales bailes de salón. Llegué el lunes por la tarde, y al día siguiente tuve que desplazarme a la facultad de Medicina, bastante más lejos que el campus de Humanidades, para asistir a unas jornadas de bienvenida al doctorado. Una de las facultades más feas que he visto, de carácter se diría que industrial, aunque reconozco que la cafetería era muy luminosa. El aula en la que nos dieron la charla se refleja en la foto de abajo. Un espeluznante portaaviones, que, dado que tuve que sentarme bastante arriba, me provocó vértigo y sin duda constituiría un excelente decorado para una película de terror: Tesis 2 (para miedo, la retahíla interminable de puntos e indicaciones que tuve que enumerar de cara a mi propia tesis). 


 Ha sido una semana magnífica, no tengo dudas a la hora de afirmarlo. Bien en clase, bien fuera de clase, bien al ir descubriendo el barrio del Pumarín y otros rincones de Oviedo. He tenido fogonazos de creatividad, ya no solo por lo que respecta a la escritura sino también a avances en el doctorado, razón primordial de mi estancia allí, y en el trabajo. A falta de beca, algo habrá que trabajar para costearme el privilegio de vivir en ese piso tan mono. Dejándome llevar del tan cacareado espíritu emprendedor, me ha surgido alguna idea defendible como trabajo a tiempo parcial y, sobre todo, relacionada con mis estudios y/o preferencias. A fin de cuentas, para trabajar de camarero no necesitaba irme tan lejos. Para saber si esas ideas, bien desarrolladas, pueden tener éxito al menos para pagar el montante del alquiler, me parece que habrá que esperar al año que viene. La casa debe ser más habitable aún para desarrollarlas, aunque mi cuarto ha quedado bastante bien, como podéis comprobar en la foto. El ventanal es tan amplio que, salvando las distancias, podría emular al protagonista de Shame cuando se pone a hacer el amor pegado al cristal desde un rascacielos de Nueva York. No, pardiez, no es algo que haya probado y dudo que lo haga. Me conformo con tener un rincón privilegiado para continuar con este espacio allí cuando disponga de red. El blog comenzó en Madrid, y le toca viajar más al norte. Suerte que muchos bares (y la universidad) sí ofrecen conexión, aunque me quedo con el rótulo que vi en uno: Esti chigre tien wifi pa toos

domingo, noviembre 09, 2014

Con M de Mudanza.



Yo también voy a hacer mi Movember particular, no para dejarme bigote, como sea que no me gusta raspar ni ser raspado (aunque a veces sea inevitable), sino en el sentido de que voy a moverme (move)-trasladarme a otra ciudad, mañana. No es un traslado trágico, desde luego. Todo lo contrario. Mientras no adquiera obligaciones mayores, podré venir a León cuantas veces tenga en gana. Hace dos años (6 de noviembre), me mudaba a Suecia, destino que desde luego no permitía tanta movilidad en ese sentido. El extranjero (que, por cierto, forma parte del doctorado para la estancia investigadora) no se descarta en absoluto, pero ahora lo que toca es esta cercana y vecina ciudad, con mucho encanto, cuyo trayecto desde el campus hasta el barrio céntrico ya me conozco casi de memoria. Os digo yo que una ciudad que tiene una estatua dedicada a un culo no puede ser una mala ciudad para vivir. 
De hecho, el primer viaje que hice al volver de Suecia fue a Oviedo, y parece ser que no por una mera casualidad. Como viaje no resultó inútil, pese a que sí lo fuera el examen del TOEFL y un par de peluches que compré junto a la catedral y a la Regenta, una vaca y un huevo Kinder con la leyenda Te quiero un huevo, que a saber dónde estarán tanto ellos como su persona destinataria. En todo caso, eso no importa ahora. Que la corrupción rampante no solo afecta a la economía, sino a los más sencillos modales es algo que descubrí ya hace tiempo. Y en Oviedo seguirá habiendo gente que me lo recuerde, ya lo creo que sí. No me desilusiona. Mis expectativas son altas porque la ciudad me gusta, el doctorado y las clases me gustan (aunque de estas solo queda un puñado), el piso me gusta y confío en que me guste vivir en él. Lo único que está fuera de duda, ahora mismo, es que no voy a compartirlo con un casero que termine en un psiquiátrico. Ya solo eso merece brindar con un culín de sidra. Caerán muchos culines en la ciudad del Culis Monumentalibus. A vuestra salud. 

martes, noviembre 04, 2014

Pospor.



Ya imaginaba desde un principio que este máster, por el cual voy a pasar de manera tan breve, iba a ser ligeramente distinto del anterior. En efecto, no creo recordar que en la Universidad de León, durante todos los cursos que pasé allí, en algún momento nos pusieran un vídeo con una performance de una artista meando en lugares públicos, de pie. Sí. Las cuestiones de género y la teoría queer nos llevaron a valorar las diferencias mingitorias entre hombres y mujeres. Así que, cuando salí de clase, me llamó la atención encontrarme este cartel en el aseo. No me di por aludido, claro, yo cumplí su recomendación a rajatabla. 
No obstante, el gran punto de inflexión llegó al día siguiente, cuando las clásicas exposiciones de PowerPoint alcanzaron un grado nunca visto hasta entonces, con fotos pornográficas: falos en ristre, squirting (término muy buscado por la red, seguramente esta entrada consiga más visitantes con su mera inclusión), variedades diversas de lo que se considera como parafilias, etc. No es que nos pusieran eso para que no nos aburriéramos, tan solo que era una conferencia sobre post-porno a cargo de una doctoranda, como yo, pero que lleva el tema de su investigación bastante más avanzado que el difuso embrión del que dispongo por mi parte. Más allá de la anécdota, la verdad es que la clase me resultó bastante útil. Ya había escuchado antes algo acerca del término, y considero que me servirá más para mi propio tema más que otras cuestiones más teóricas y profundas. Eso sí, me gustaría saber qué hubiera pasado si en mi exposición de TFM me hubiera presentado con una sarta de imágenes de ese calibre. Hubiese merecido la pena solo por ver la cara de algunos y algunas...
Asistir a estas sesiones está mereciendo la pena. Eso sí, por el momento hay pleno: tres clases, y las tres con trancazo de garganta irritada, tos, cansancio... Mañana tal vez podamos sumar una cuarta. En fin, la misma canción de todos los otoños, nada novedoso y que no pueda explicarse en una estación que es capaz de variar de treinta grados a quince en pocos días. El Halloweeen no fue tan nocturno como mi cumpleaños. Después de la tormenta, llegó la calma. Pero disfrutando, aun así, de pequeños placeres, como el que se ve aquí abajo...