domingo, marzo 04, 2018

Lo grotesco y lo sublime.

En ocasiones, lo grotesco antecede a lo sublime. Pude comprobarlo esta semana, de manera imprevisible. Lo grotesco ya había sido surgido desde la tutoría en Oviedo, como motivo del tercer artículo con el que quiero tentar la suerte, de modo quizá un poco desesperado, para alcanzar todas las acreditaciones que necesito a la hora de defender la tesis. Lo grotesco como barraca de feria, lo grotesco de los freaks de diverso pelaje, de los monstruos y monstruas; en definitiva, y esto es lo que cuenta de cara a mi trabajo, lo que se sale del patrón normativo, los cuerpos incómodos y hasta difíciles de mirar. 
Difícil de mirar fue el vídeo que me mostraron, no diré que en contra de mi voluntad pero sin el concurso de mi entusiasmo, este jueves. Ya no puedo decir que se trata de postporno, porque faltaba el ánimo subversivo, feminista, que se le supone a este según las teorías que manejo. En ocasiones imagino que resulta difícil distinguir entre el postporno y otras grotescas manifestaciones que se escapan de los cauces de la pornografía más normativa. El caso es que, después de ese vídeo surgido de las profundidades abisales de internet, cuyo contenido no comentaré porque como ese hay millones más y mucho peores, llegó un momento sublime. Sexo no virtual. Esperado. No planeado. Mejor de lo esperado. 
Y, ahora, toca volver a lo grotesco, al menos respecto a algunas obras de Jeanette Winterson. Y a cumplir la paradoja de encerrar todos esos motivos discordantes en el estrecho margen de un artículo, ejem, científico. En realidad, todos estos artículos que he preparado no son otra cosa que piezas desgajadas de la madre tesis. No es que requieran mucho esfuerzo, en ese sentido, tan solo el aburrimiento, también sublime, de que cada vez que mando el mismo texto a un lugar u otro tenga que amoldarme a sus patrones de estilo, editoriales, bla, bla. No hay reglas universales en esto, imagino que es otro de los filtros que utilizan. Disuasión por aburrimiento. No me vencerán con esas mañas, ya he señalado cómo esto del artículo es mi último obstáculo antes de completar el proyecto y confío en que, de un modo u otro, llegue a tiempo para no alargarlo más. Lo sublime será el motor que me impulse en mi búsqueda de lo grotesco. Dos extremos más unidos de lo que parece.

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